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martes, 29 de diciembre de 2009

Por buen camino

Estos días de Navidad, en que todo el mundo se acuerda de felicitar las fiestas y de desear “todo lo mejor” para el año que comienza, también son períodos de reflexión, de promesas, de buenas intenciones... Por ello considero importante hacer las cosas con sentido común, con sentimiento de responsabilidad, sobre todo en la época actual, de crisis económica acuciante. Tengo cerca de mi lugar de trabajo la ciudad de Manresa, en la que cada año se produce un pequeño milagro: que un club humilde continúe vivo entre los grandes del básket español. Y, además, es un vivo muy vivo, ya que gracias al trabajo bien hecho, sin ostentaciones, con una política clara de cantera y unos extranjeros sin grandes pretensiones económicas, y con un entrenador que cree en el “producto”, luchan y se cuelan entre los mejores.

Ese, creo yo, es el buen camino. Las políticas económicas basadas en la ostentación, en tirar el dinero, y sobre todo en un tiempo de crisis como el actual, son un insulto, si se me permite decirlo de esta manera, a los pobres, a las personas que no tienen trabajo y que lo están pasando realmente mal. Por esta razón, mi voto estaría por un baloncesto de calidad, obviamente, pero basado en los equipos inferiores; y que la mejor inversión fuera potenciar, cuidar a aquellos chicos y chicas que quieren progresar por medio de un deporte amado. Gracias a esa política de cuidar canteras tenemos una Selección como la que gozamos: campeona del mundo, de Europa... Sin esa política de cantera no se podría llegar nunca a tener un equipo que enamorara por el mundo.

Este 2009 ha sido inolvidable para muchos. Deportivamente, casi no se le puede pedir más. La selección absoluta masculina nos ha dado la máxima alegría y las demás, sin olvidarnos de la femenina, claro, también han hecho lo mejor –con más o menos suerte-. Hasta el fútbol nos está imitando. En ese mundo tan repleto de estrellas y de fichajes estratosféricos resulta que el que gana es el que se basa en la cantera, en los jugadores de la casa –que son reconocidos por todos como los mejores del mundo-. La política de cantera, que potencia a la formación de personas, primero, y de deportistas, después, es la que me gusta defender. Ese es el buen camino.

Y fruto de ese buen camino es el torneo de categoría junior Ciutat de L’Hospitalet, que no falla a la cita por Reyes, y que reúne a lo bueno y mejor del básket europeo. Este año, el campeón se gana, además, una plaza en la Final Four de la Euroliga junior, que se celebrará paralelamente a la senior. Los que podáis, no os lo perdáis, de verdad. No os defraudará. Bon Nadal – Feliz Navidad y Feliz 2010.

viernes, 16 de octubre de 2009

El prepartido

El prepartido es fundamental para hacer un buen arbitraje. Es importante que ambos árbitros hayan hecho un trabajo previo, antes de saltar a la cancha, para que el producto final sea bueno. Está claro que el feeling personal es un punto a tener en cuenta para el entendimiento mutuo. Si no existe simpatía por ambas partes es más difícil que la cosa salga bien. No obstante, la profesionalidad del árbitro ha de estar por encima de todo. Por lo tanto, el prepartido debe de comenzar en el momento de recibirse la designación del partido: según las normas internas, el árbitro auxiliar debe de ponerse en contacto con el principal para comunicarle su plan de viaje, y adecuarlo al máximo para coincidir el mayor tiempo posible juntos en la ciudad del partido –si es que no se puede realizar el desplazamiento desde el origen-. Una vez contactados, el día antes o dos días con anterioridad al encuentro es bueno ponerse nuevamente en comunicación para confirmar el plan.

El viaje se debe de hacer de la manera más cómoda posible, en lo que se refiere a no arriesgar un desplazamiento por apurar en el trabajo o cosa similar. Sin duda, un viaje realizado con prisas y nervios repercute, aunque parezca que no, en el partido. Comer juntos, pasear antes de volver al hotel para descansar, es fundamental para hablar de aspectos relacionados con cada uno de los equipos, repasar charlas o técnicas de comunicación entre ambos árbitros durante el partido... Salir con suficiente tiempo del hotel en dirección al pabellón también es una directriz a cumplir. El objetivo del viaje es arbitrar un partido, por lo que cuanto antes se llegue al pabellón, mejor; no vale la pena llegar tarde por querer apurar en la habitación o tomar un café, cuando ese tiempo perdido va a significar no realizar toda la liturgia previa al partido.

En el vestuario, la conversación del partido ya se debe haber hecho, prácticamente. Sólo quedaría repasar algún aspecto comentada previamente. El calentamiento es libre, pero muy importante para salir bien “enchufado”. Un mal estiramiento puede ser fatal para el desarrollo de la actividad física en la pista y, en consecuencia, para el propio arbitraje.

Cualquier decisión que uno no considere adecuada es importante que se lo comunique al otro árbitro. La comunicación verbal, así como la no verbal, es importantísima. Los tiempos muertos y los descansos entre cuartos se deben de utilizar, si son necesarios –en el caso de los minutos- para comentar cualquier cosa que se pueda corregir. Si no es necesario juntarse durante un tiempo muerto, mejor ubicarse en la posición adecuada controlando los equipos y la mesa de anotación y no juntarse para decir que todo va bien o que se debe continuar en la línea. En caso de duda, es mejor consultar primero con el compañero, antes de ir a la mesa para tomar una decisión. Cuantas menos situaciones de este tipo, mejor; claro está. Y así, hasta el final del encuentro, momento en que comenzaría el postpartido, que sería otro tema a tratar.

Es importante la comunicación entre árbitros. Los hay que son más tímidos, otros que son demasiado extrovertidos, también existen árbitros nerviosos, dubitativos, seguros o superseguros de sus actuaciones... No hay un prototipo perfecto de árbitro. Todo carácter tiene sus cosas buenas y malas. Lo que está claro es que el principal debe de tomar la iniciativa en la conversación, y que lo debe de hacer, sin duda. Existen casos en que los árbitros prácticamente no han hablado del partido hasta cinco minutos antes del inicio y eso es fatal. Los veteranos deben de aportar su experiencia a los menos expertos y ayudarles. Ya se sabe que cuantos más años arbitrando se llevan a veces cuesta más generar ilusión, transmitir conocimientos, pero se debe de continuar haciéndolo. En caso contrario, a lo mejor es momento de pensar en la retirada. La ilusión es fundamental para arbitrar y hacer unas buenas actuaciones. La falta de ilusión a menudo se demuestra en los temas de conversación que mantienen los árbitros durante la comida o los paseos. Son el termómetro de cómo irá el partido. Hablar de todo menos del partido no es lo más aconsejable. No obstante, seamos positivos y vivamos este deporte con ilusión y trabajo en la pista y fuera de ella.

El prepartido, pues, es fundamental.

martes, 22 de septiembre de 2009

Los damnificados

Impresionante, de otra galaxia, ¡qué orgullo de Selección! Cualquier adjetivo queda corto para calificar el juego de este grupo que nos ha hecho gozar... cuando realmente hacía falta. No ha habido rival, las expectativas creadas se han cumplido... ¡y de qué manera! Lo que parece tan normal en ellos es dificilísimo de conseguir. Por eso tiene más mérito lo que ha pasado en Polonia. Ahora, continuidad. Llegar es difícil, pero lo es más mantenerse. Tienen el mismo reto del Barça de Guardiola. Ha conseguido lo máximo, pero este año tendrá que mantener el nivel –de momento, lo está consiguiendo; pues los aficionados no ganan para baberos-. El líder Gasol parecía que no arrancaba en el campeonato de España que le arbitré en Tenerife, hacia el año 1997. Fue un torneo en el que destacó su compañero del Barça Juan Carlos Navarro. Pero cuando hizo el estirón definitivo no paró. Qué grande que es, este chaval. Con lo difícil que parecía ganar, ¿verdad? Con lo que costaba superar el cruce de cuartos de final... (casi siempre se caía en él). Hoy, todo son elogios para un equipo que es la envidia de Europa.

Así, pues, felicito desde aquí a todo el staff técnico, directivos y demás personas, que junto a los jugadores –claro-, lo han hecho posible!! Pero, aparte de los éxitos y la resaca del Oro de Polonia, hoy quiero tener un recuerdo para mis colegas, los de gris y negro. Como los propios jugadores, los árbitros designados para ir a representar a su país a un campeonato también quieren su oro particular. Ese oro es arbitrar una semifinal o, lógicamente, la final. Cuando el equipo del país de los árbitros va adelante, hace un buen campeonato, los árbitros lo notan. Por muy bien que lo hagan no pueden acceder a dirigir lo mejor, pues está la incompatibilidad de ser del mismo país. O sea que tanto Hierrezuelo como Arteaga, que fueron los designados, por muy buen torneo que hayan hecho, se quedaban sin medalla. Los árbitros, pues, han sido los damnificados del triunfo de la Selección española. Y eso pasa siempre, con cualquier país. Pero, a menudo –gracias a Dios y al buen hacer de nuestros deportistas-, con los árbitros españoles que acompañan a nuestras selecciones por el mundo: se quedan a las puertas de redondear un torneo por tener a su país en la lucha final. Hoy en día sería difícil ver a un Vicente Sanchís o a un Víctor Mas en una final olímpica, de mundial o europea, como podían arbitrar en su época. Hoy, los Gasol boys se lo impedirían.

Gracias a esas finales, el propio Vicente Sanchís recibió el mes de junio pasado la Medalla al Mérito Deportivo, que le concedió D. Juan Carlos I, Rey de España; y el día 18 de este mes el reconocimiento de su ciudad natal, L’Hospitalet de Llobregat, durante la tradicional Nit de l’Esport de dicha localidad barcelonesa. Felicidades, Vicenç, dicho sea de paso.

Bien, ahora que ya ha acabado el Europeo de Polonia volvemos a la normalidad, que no deja de ser la pretemporada de una campaña que se prevé apasionante, desde los de arriba a los de abajo. Para los árbitros, un dulce momento para ponerse a punto y perder esos quilos adquiridos durante un largo verano. No obstante, hacer la pretemporada entre los partidos de la Selección es todo un gusto y una motivación extra. Suerte para todos, que esto está a punto de comenzar.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Favoritismos

Ciertamente, el papel de favoritos no nos sienta bien. Eso de ganar sin bajar del autobús no va. Tenemos ejemplos claros en la selección de fútbol, que siempre que inicia una fase final de campeonato de Europa o Mundial se la tiene entre las más que probables campeonas y suma una decepción tras otra –con la feliz excepción del último Europeo, en el que sí que se cumplieron las expectativas, precisamente porque no se contaba con ella-.

En este Eurobásket de Polonia está sucediendo algo bastante parecido. Unos partidos de preparación impresionantes, unas últimas participaciones estelares en Mundial, Europeo y Juegos nos hacían presagiar todo lo mejor. Pero resulta que lo que se esperaba como coser y cantar no está siendo así. Ahora ya se ha tocado con los pies en el suelo, se ha vuelto a demostrar que el equipo está ahí, que no está muerto, tras el partido ante Lituania –por cierto, qué decepción, los lituanos-. Problemas al margen, todos tienen que ir a una y luchar por un campeonato que todavía está a su alcance. Por encima de todo, los jugadores deben de ser profesionales y, a la vez, un poco egoístas. Me explico. La vida deportiva de un jugador es relativamente corta. Posibilidades reales de ganar campeonatos de importancia tampoco son tan habituales. En el momento actual, por jugadores, por equipo, las hay... ¡y quién sabe si en la próxima cita estará todo igual! El palmarés de cada jugador es muy importante, demasiado, como para despreciar una opción de medalla como la que se tiene delante. Ya sé que en la cabeza de todos los jugadores de esta Selección no está otra cosa que la de darlo todo por conseguir lo mejor. Sí, pero creo que el fantasma de la autocomplacencia, de la relajación –sobre todo teniendo en cuenta los resultados en los partidos de preparación- planeaba por encima de todos, incluidos periodistas y aficionados.

Ahora ya no hay marcha atrás. Sólo queda ganar. Empezando por Polonia, que no tiene que ser el verdugo de esta Selección, pasando por Francia, en cuartos, y los que vengan. A este equipo sólo le queda crecer. ¡Que así sea!

martes, 15 de septiembre de 2009

¡Qué nervios!

¡Qué nervios, madre mía, qué nervios que pasamos en el España-Gran Bretaña! Un rival que venía como anillo al dedo para conseguir una victoria balsámica después del fracaso inaugural con Serbia se convirtió en un hueso que necesitó vaselina para superarlo. Las dudas y el mal juego generado en el primer partido no se disiparon en este segundo, por lo que la incertidumbre plana sobre el rendimiento del combinado estatal. El papel de favorito que se le ha querido dar a la selección de Scariolo se está comprobando que no está siendo bueno. Una presión añadida a la ya difícil competición está haciendo daño en el rendimiento de un buen conjunto.

El partido de Gran Bretaña pintaba bien, al inicio. Un 12-0 presagiaba un enfrentamiento que se podría haber considerado normal, ante un rival de la categoría de los británicos –hasta en otras épocas se hubiera ganado holgadamente a los ingleses-. Pero cuando las cosas no van, cuando el aro parece de plomo y los balones como si estuvieran más inflados de lo habitual –como pasó en el partido de Serbia-, el planteamiento cambia. Los nervios de los españoles se reflejaban en sus caras y, además, los ingleses resultó que les entraba todo –hasta las zapatillas, si las hubieran tirado contra el aro, para ellos, de goma-. Y no sólo los nervios fueron para los jugadores y entrenadores, sino para todos los que lo veíamos por TV. Por cierto, felicito a La Sexta por la información que va dando en pantalla con datos a tener en cuenta respecto al rival, porcentajes, historial... Son aquellos datos que ayudan a leer mejor el partido y que aportan quizás más que la propia estadística del momento.

Los nervios dichosos de la Selección se llevaron a la pista y las faltas técnicas fueron un punto negativo. Lástima de la reacción de Rudy Fernández cuando no sancionaron a su defensor, que le hizo una clara falta personal. No puede ser que se vaya al árbitro, persiguiéndole. Eso sí que no. Un jugador puede estar en desacuerdo con la labor de un árbitro, o de los tres árbitros, se puede protestar, pero... La técnica a Felipe Reyes fue otra cosa...El control de partido, por parte de los árbitros, no fue bueno. Si bien el arbitraje no influyó, parecía que sí cuando no se era capaz de encestar, cuando se fallaban ataques sin cesar y cuando la defensa era todo menos defensa...

Pero, objetivamente, lo gordo no se dejó, no estuvieron mal en violaciones que en otros campeonatos se hubieran obviado, pero sí que fallaron en el control. Me explico. No puede ser que al entrenador británico se le advierta claramente –con gestos incluso- de que se le iba a sancionar con una falta técnica –y lo hicieron hasta tres veces, por lo menos visto por TV- y finalmente no llegara. Y este señor hizo lo que quiso, porque sabía que le amenazaban, pero que no actuaban. No fue tonto y continuó. El gesto del final del partido, con el triple que no se dio al ser claramente fuera de tiempo, y que pese a eso se comía a uno de los árbitros, fue muy feo, y después no fue capaz ni de darles la mano. Ya sé que dar la mano no significa nada, pero es también un gesto de deportividad y es también un momento para pedir disculpas por su comportamiento.

Por lo demás, cuando no se encesta desde fuera, lo fundamental es hacer una buena defensa. La defensa siempre es un buen pilar para asegurar el ataque. Yo soy de los que creen que si defiendes bien tienes más opciones de ganar. Si te entran de tres sin parar, la defensa no es tan determinante, pero cuando el aro parece de plomo, lo mejor es defender. En el partido de Gran Bretaña y en el de Serbia la defensa fue un desastre. Esperemos que la cosa mejore, que se quiten definitivamente la etiqueta de favoritos, pues después de este segundo partido nos podrían haber enviado para casa, quedándosenos una cara de tonto de película de Torrente.

Las buenas maneras demostradas en los partidos de preparación han de recuperarse, pues lo anormal es lo que está pasando. También Gasol ha de coger el tono después de la lesión –falla tiros libres alarmantemente-. Ahora bien, la actitud ha de cambiar, sobre todo en defensa.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Triunfo de Europa

¡Por fín acabó el serial Ricky Rubio! El caso, que se inició el mes de abril, ha dado el carpetazo definitivo para bien del jugador, de la Selección –que tanto necesita tener al base de El Masnou fresco mentalmente para ganar el ansiado oro de Polonia- y de Europa. Creo que el gran triunfador de la decisión final de Ricky ha sido el baloncesto europeo. La NBA está acostumbrada a entrar en Europa a sus anchas, con el convencimiento de que todos se rinden a sus pies... pese a que las compensaciones económicas a los clubes y a los propios jugadores no son especialmente atractivas. Es muy bonito; luce, sí, tener a jugadores en la mejor liga del mundo. Pero ¿a qué precio se van? ¿A qué equipo? ¿Con qué garantías de evolucionar? El gran Pau Gasol inició su aventura americana en los Grizzlies de Memphis, un equipo sin futuro que le tenía estancado. Sí que se hizo mejor jugador, pero sin la posibilidad de jugar un mísero playoff. De no haberle llegado el pase a los Lakers, que trabajo costó, se habría amargado.

A los jugadores parece que les llegue el Mesías, cuando ven cerca el salto a la NBA. Pero cada vez le están viendo más las orejas al lobo. Ricky Rubio se las ha visto. Ha actuado de una manera poco convencional –por no decir otra cosa-, se ha encontrado con unos intereses de club y de eterna rivalidad que no se lo han puesto fácil, pero al final ha escogido la opción que más le apetecía, que era la de quedarse en su casa, ganando mucho más de lo que ganaba hasta ahora, en un equipo con opciones a todo y, por qué no decirlo, dejando en la caja del Joventut una cantidad nada despreciable –y que también le deberían de agradecer-. El directivo de los Minnesota Timberwolves se fue con una evidente desilusión, ya que pese a su esfuerzo y poder de imagen no consiguió el objetivo... por suerte para Europa. Continuaremos viendo en nuestro país a un jugador como él –por lo menos, los dos próximos años-, con la posibilidad de ganar una Euroliga, y con un enfrentamiento en España que se prevé muy atractivo: el monólogo Barça-Madrid del fútbol, pasado al baloncesto.

Ahora, pues, ya puede empezar el Eurobasket. Con Ricky contento y Gasol recuperado tenemos más opciones. La euforia está por las nubes, y es lo único que me preocupa. Pero parece imposible que no se lleguen a colgar el oro con la preparación que están demostrando. También parecía imposible en el de Madrid y pasó lo que pasó. A esta hornada de jugadores les falta el Eurobasket para redondear el Mundial del oro, y creo que se lo merecen. Ya tengo ganas que un colega mío lance el balón hacia arriba y se produzca el primer salto de un campeonato que se avecina apasionante... para España.

viernes, 21 de agosto de 2009

Ganas de Selección

Está visto que hay ganas de Selección. Atrás quedan las épocas de vacas flacas, con poca repercusión mediática y deportiva, sin capacidad para llenar pabellones. Siempre tengo presentes unas palabras que me dijo Epi en una entrevista, que aseguraba que para que el baloncesto de nuestro país –o de cualquier país- funcione, es importante que la Selección sea buena, competitiva, que arrastre a la afición. Estamos en la línea correcta, vamos por buen camino; por consiguiente: el baloncesto sube.

Por fin se ganó algo importante, el Mundial; el pasado Europeo –el que nos pertenecía por juego y por todo- se nos escapó en el último suspiro. Pero ahora tenemos la opción de volver a ganar, pero lo más importante es que ya se cuenta con la medalla –por lo menos, la de plata, el subcampeonato-, cuando antes siempre nos quedábamos en cuartos. Antes se tenía siempre pánico al cruce de cuartos de final, que nunca se superaba. La decisión o la actuación arbitral “desacertada”, recurrente para tapar carencias, ha servido para justificar los malos campeonatos. Pero ahora todo ha cambiado: ya no dependemos de otros, de factores externos, los jugadores son buenos o muy buenos, los pabellones se llenan porque se ve espectáculo... Se podría decir que lo que se echa en falta en la época actual es ganar los partidos de uno o dos puntos, pues normalmente se ganan por veinte puntos –o más- como si nada, ante rivales que antes nos hacían pasar por el aro, y nunca mejor dicho.

Atrás han quedado campeonatos grises, jugadores que han pasado con más pena que gloria –algunos de ellos buenos, pero mal acompañados-, ilusiones perdidas. Recuerdo amargamente los JJ OO de Barcelona 92: el fracaso deportivo, el episodio con Angola... Fatal. Tampoco guardo buen recuerdo, obviamente, del Europeo de Badalona (1997). Todo el terreno ganado en los JJ OO de Los Angeles 84 se vino abajo en pocos años. Yo fui de los que se engancharon al baloncesto gracias a aquellos Juegos. No tenía pereza por levantarme a las seis de la mañana para no perderme el partido en directo de la selección. ¡La plata supo a oro!

El baloncesto en nuestro país ha cambiado, ¡gracias a Dios! Las cosas se hacen bien y eso se nota. Los jugadores, cuando la estructura funciona, salen con más facilidad. Y la gente, el aficionado, el recién llegado a este deporte, va creciendo. A ver qué pasa en Polonia. Esperemos que todo vaya como se espera, que Pau Gasol pueda aportar también su granito de arena para conseguir ese oro que se nos escapó en la pasada edición del Europeo de Madrid. Estaremos bien atentos. ¡¡Suerte, chavales!!

martes, 21 de julio de 2009

Ascensos y descensos

Los meses de verano sirven para descansar, obviamente, y para digerir los cambios que se pueden producir en la vida arbitral, que pueden ser para bien o para mal, claro. Estos meses, pues, si uno no recibe la llamada comunicando el cambio, pueden ser plácidos, en la mayoría de los casos, o muy poco plácidos: de júbilo o de depresión, vamos.

Normalmente, la llamada del ascenso es fantástica. Todo son golpecitos en la espalda, reconocimientos –y autorías de las “ayudas” o colaboraciones para que dicho ascenso se concretara-, grandes abrazos, salen “amigos” por todos los lados... Pero la del descenso no tiene el mismo efecto. En ese momento, cuando le comunican a uno que ya no cuentan con él, que el año siguiente no disfrutará de la categoría ganada no hace mucho con tanto esfuerzo, es cuando la frustración y la depresión se adueñan del árbitro –según el carácter de cada uno, la procesión se lleva de una manera o de otra-. Y es en ese preciso momento, cuando se hace público el descenso, el instante en que se echan más en falta los presuntos “amigos”. ¿Cuántos llaman por teléfono al afectado? ¿Cuántos le acompañan en el sentimiento? Es en ese momento cuando se hace realidad el dicho que tiene tanto de cierto: “Quien bien te quiere te hará llorar; quien mal te quiere, reír y cantar”.

Al final de la temporada se hace la declaración de la renta y, según lo que se haya ganado o invertido y hasta ahorrado, se pagará o se recibirá. Si durante el año deportivo se ha trabajado, se ha tenido suerte, los informes han ido como debían, se ha ido cumpliendo con las obligaciones, perfecto. Lo malo es si pasa lo contrario. Hay muchos casos en que te encuentras con un árbitro que, durante el prepartido, te comenta que no sabe si lo está haciendo bien, que le dicen que debe mejorar, que él cree que no le acaban de salir bien las cosas... Malo, muy malo. Negro lo tiene, el pobre muchacho o la pobre muchacha. Encarar la recta final de la temporada con una baja autoestima es ir directo al infierno. Los hay también que siempre están bien. “Perfecto”, te dicen cuando se les pregunta por su trayectoria en la temporada. Ese querer demostrar que todo va tan bien, que va viento en popa, cuando las designaciones no le acompañan, amaga algo. Y finalmente se cumple también el desastre.

Otros casos son los de las sorpresas. Pocas, la verdad. Una cosa es que no se haga mucha comidilla con la persona en concreto, que también puede ser, pero las designaciones son los mejores reflejos de la realidad. Además, en un mundo tan pequeño, como el arbitral, cualquier comentario que pueda hacer alguien en el lugar más recóndito y con las personas menos sospechosas se puede convertir en titular de la mayoría de los prepartidos de la jornada siguiente.

Por lo tanto, este tiempo de vacaciones puede ser un momento precioso para coger energías para la nueva temporada, para ponerse a punto mentalmente... y físicamente, que pese a no haber los controles de años atrás al inicio, los pantalones negros no fallan. Las cualificaciones, pese haber mejorado ostensiblemente respecto a otras épocas, continúan siendo subjetivas, en el último momento. Si un árbitro cae bien, difícilmente caerá –si no es que lo hace mal-, y el que no cae tan bien, si además no guarda la línea, habla más de la cuenta y comete algún error técnico..., para abajo.

Antes de acabar, un nuevo reconocimiento público a los once árbitros que abandonan el silbato. Les felicito por la decisión tomada y les deseo mucha suerte. En especial, por tener una relación más estrecha, a Jordi Soler y a Marc Tortellà, dos buenos árbitros con los que he compartido buenos momentos y grandes partidos. Jordi, Marc, molta sort!! Y a todos los demás, ¡feliz verano!

lunes, 6 de julio de 2009

Locos por la NBA

El caso de Ricky Rubio no es bueno para el baloncesto. No puede ser que los jugadores, no sólo españoles, sino también europeos, se vuelvan locos por ir a la NBA. Se está demostrando que Europa tiene buena cantera de jugadores, los equipos son potentes y las selecciones tutean a la hasta hace poco intocable USA. Está claro que todavía es la mejor liga del mundo, pero la mentalidad de los clubes no es la misma que la nuestra, la pasión de las aficiones, las rivalidades –que también son lo atractivo del deporte- no tienen nada que ver con lo que vivimos en el viejo continente.

El joven Ricky quiere volar, pero no a cualquier precio, quiere ir a un equipo que le satisfaga deportivamente, sobre todo. Y eso es lo que no le ha cuajado en el draft. Por eso, a lo mejor se ve obligado a volver a la cuna donde ha sido mecido desde su nacimiento. El paso a la cama grande todavía le queda lejos. Además, las maneras que tantas veces criticamos, no son las adecuadas. Los clubes no tienen siempre la razón, pero lo que está claro es que si una persona firma un contrato, con una cláusula de rescisión del mismo, se debe cumplir. Por muy descabellada que parezca la compensación que debe recibir el club de origen por la libertad del jugador, a la hora de la verdad fue el propio Ricky quien la firmó. Por lo tanto, no queramos correr tanto, esperemos el momento y, sobre todo, dialoguemos con buena predisposición para el acuerdo, que nunca va mal.

Esa locura por ir a la NBA, la meca del jugador de baloncesto, espero que sea tratada con buenos fármacos, porque es injusto para el espectador y aficionado de equipos de nuestra geografía. Yo siempre he sido un defensor del baloncesto de base, de nuestras noticias. Creo que el tratamiento de la NBA ha estado siempre sobredimensionado. Está claro que tenemos jugadores en esa liga, pero no es bueno para la salud de nuestro baloncesto tener siempre el ojo pendiente de lo que pasa más allá del Atlántico.

UUN RECONOCIMIENTO. Quisiera acabar este post haciendo un reconocimiento público a la labor de un árbitro que cuelga el silbato: Manel del Amo, de Tarragona. Después de 25 años, este buen árbitro y excelente persona decide que se ha acabado su andadura vestido de gris. Le felicito por la decisión, porque no es fácil tomarla. En muchas ocasiones hemos hablado, Manel y yo, de este momento, y se hace extraño no comenzar la rutina de los mejores 25 años de su vida. Por suerte, su desvinculación será solamente como “hombre de gris”, porque continuará trabajando en la Delegación de Tarragona, con los árbitros noveles y los no tan noveles. Se pierde, eso sí, un buen árbitro y una buena persona en la pista. Mucha suerte, amigo Manel!!

martes, 23 de junio de 2009

Maneras

Últimamente estamos presenciando finales de partido que me parecen poco correctos. Se ha puesto de moda acabar los encuentros antes que suene la bocina, no jugar los segundos finales -en algunos casos, ni casi el último minuto-. Los entrenadores se despiden cordialmente –algunos, hasta con abrazos-, los jugadores invaden la pista, se desean lo mejor –o no-, y hasta intentan dar la mano a los árbitros. Todo ello, con el reloj en marcha. No lo encuentro bien, la verdad. ¿Qué pasa, que ya no sabemos jugar con el partido decidido, por mucha final que sea? Siempre se han decidido partidos importantes, finales con copa, con resultados cómodos, y no pasaba nada. Se procuraba jugar los últimos segundos “sin hacer daño”, pero nunca dando por acabado un partido a los 39’.

El último caso lo vivimos en el Palau Blaugrana en el cuarto partido de la final de la ACB, entre el Barça y el TAU Baskonia. Los entrenadores dentro de la pista, los jugadores abrazados, el capitán del Barcelona con el balón del partido debajo de la camiseta... Y los árbitros, juntos, cerca del túnel de vestuarios, esperando, ellos sí, que se consumieran los segundos finales. Evidentemente que no se puede hacer nada ante una situación así, por parte de los árbitros, pero creo que sería interesante que se reflexionara sobre ello y que no se haga tan habitual como normal.

Y otra cosa que tampoco me gustó nada fue la actitud, en el mismo partido, del entrenador visitante, Dusko Ivanovic. Ya se sabe que perder a nadie le gusta, pero en un momento en que se reparten premios, por educación, se debería aguantar unos minutos de cortesía. Cuando por megafonía se anunciaba el nombre del TAU como subcampeón de la ACB, el público del Palau aplaudió unánimemente cuando el capitán del equipo, Sergi Vidal, recogió el trofeo. Y justo a continuación, cuando se anunciaba al Barcelona como campeón, el entrenador del equipo vitoriano decidió que su equipo abandonara la pista y enfilara camino del vestuario. En ese momento, el público del Palau le despidió con una sonora pitada. Aun siendo un momento desagradable ver a tu rival levantar la copa que te hubiera gustado alzar a ti, como deportista debes demostrar que sabes reconocer méritos y aplaudir al que ha sido mejor que tú. No sé si es pedir mucho.

A veces, debemos actuar más por el ejemplo que se tiene que dar que no por lo que nos pide el corazón… o hasta la cabeza. Acabar mal los partidos, finalizándolos segundos antes, puede hacer que los jugadores de categorías de formación lo imiten y sea una práctica habitual; como decía antes. Y tampoco se da un buen ejemplo a los jóvenes marcharse antes que el rival recoja el trofeo que te ha ganado. Es hacerle un feo, una desconsideración que el deporte no debería de permitir.

jueves, 18 de junio de 2009

Evolución

Nuevamente, el baloncesto evoluciona. Este deporte siempre se ha distinguido por ir hacia delante, innovando, probando cosas nuevas para hacerlo más atractivo, más bonito para el espectador, siempre premiando al equipo que apuesta por el juego bonito. Si como árbitro siempre se debe “proteger” al jugador tirador, al creador de espectáculo (positivo) –es obvio, no está escrito, pero ha de ser así-, el Reglamento también va en esa línea. Con las nuevas reglas que se aplicarán en la Adecco Oro la temporada que viene: alejamiento de la línea de 3 puntos hasta los 6,75m y la nueva forma de la zona restringida –que dejará de ser un trapecio para convertirse en un rectángulo-, se va a producir un cambio en la manera de atacar y de defender, claramente.

A partir de ahora, los árbitros deberán tener más recorrido de zona, se producirán más lanzamientos de dos, hasta que se habitúen los jugadores a hacerlo desde más lejos. Y los tres segundos, el recurso más escuchado dirigido a los árbitros por un entrenador y jugadores de banquillo para justificar una mala defensa, serán mirados con lupa. Creo que los jugadores de fuera tendrán más protagonismo y los pívots llegarán a salir más de la pintura, por lo que los árbitros tendrán su ámbito de influencia más ancha. Hay entrenadores que anhelarían una pista más grande –que los 15 metros de anchura pasaran a ser 18, por lo menos-, y es que cada vez más los equipos cuentan con más atletas en sus filas, con opción a correr más y a defender mejor.

Para los árbitros, este cambio supondrá eso mismo, estar mejor físicamente, porque se deberán mover más. La antigua línea de 6,25m hacía que mucho juego girara alrededor de esa distancia, pero ahora se lleva medio metro más allá, que a la postre será más de medio metro, pues sobre todo al principio los jugadores lanzarán de más lejos.

También hay que tener en cuenta los semicírculos sin carga, que estarán a 1,25m desde el centro de la canasta –sobre el suelo-. Con esta medida nos ahorraremos teatros de jugadores que lo único que buscan es la carga, sin trabajar en defensa, cuando a menos de esa distancia tampoco “se pesca” nada. Otra ventaja, pues.

En general, debo decir que las nuevas reglas serán una ventaja para el espectador, un motivo más para trabajar los entrenadores y para generar jugadores más listos y bien preparados físicamente. Lo negativo: se debería aplicar a todas las categorías, ya. Está claro que la LEB (ahora Adecco Oro) ha sido banco de pruebas, pero si un jugador que no sólo juega con el senior sino que también alterna con el equipo B o categoría inferior debe cambiar de chip según el partido que está jugando, tampoco es lo más recomendable. Como tampoco lo es tener una pista de un Adecco Oro pintada con las dos zonas y las dos líneas de tres para que sirva para el primer equipo y todos los demás a la vez. Veremos qué pasará.

lunes, 8 de junio de 2009

Déficit de normales

Antes de todo, felicidades a todos los que ansiábamos el Mundial 2014. ¡Ya lo tenemos! Ahora sólo falta que llegue también a la cuna del baloncesto en nuestro país. Tiempo al tiempo. Con buena predisposición por ambas partes se conseguirá, sin lugar a dudas. Una vez alegrados todos por el objetivo cumplido –ahora falta lo más difícil, que es encarrilar todo lo pendiente y la compleja organización-, hace días que quería referirme a uno de los grandes déficits de la sociedad actual, que es la de personas que podríamos calificar como normales. Aunque parezca una cosa extraña, cada vez cuesta más encontrar personas que no generen problemas en sus puestos de trabajo, dentro de un vestuario, en un banquillo o arbitrando. Ya sé que uno puede pensar que estoy exagerando o que a lo mejor el problema lo puede tener el que escribe, pero si nos ponemos a pensar, a lo mejor también acertamos.

Me explico. Si llevamos la situación al baloncesto, que sería lo lógico teniendo en cuenta el lugar de publicación de este post, cuántas veces nos hemos encontrado con entrenadores –desde mi punto de vista de árbitro- que actúan de manera diferente fuera que dentro de la pista. No me sirve aquello de que me pongo nervioso, que me juego mucho, que me están a punto de echar, que no nos tenéis respeto... cuando minutos antes has entablado una conversación cordial con la misma persona. ¿Por qué cambia de personalidad? Personalmente, siempre me han caído mejor los entrenadores que me han tratado igual dentro del pabellón que fuera. A mí no me cabría en la cabeza abrazarme literalmente –que no es, seguramente, el mejor ejemplo- con alguien con el que minutos después me esté insultando. El deporte es eso, deporte; la competición es buena en todos los sentidos, pero la cordura no la hemos de perder nunca.

También digo lo mismo de los árbitros, sin duda. Los hay que tienen también esa doble manera de actuar dentro y fuera de la pista. ¡Qué lástima! Pero volviendo a la vida cotidiana, fuera del parquet. A menudo, en los trabajos, parece que el raro sea el que tiene más privilegios: “Ya sabes cómo es; déjalo, no pasa nada”. O sea, que el día que una persona normal tiene un mal día nadie se lo perdona –habitualmente, también hay que decirlo, las personas que se pueden considerar normales lo llevan de manera diferente-. Tengo en cuenta que no todo el mundo piensa de la misma manera, es obvio; pero si somos un poco autocríticos con nuestros propios entornos estoy seguro de que más de uno me daría la razón.

Por dicha razón, que el sentido común no nos abandone; y la cordura y el sentido del ridículo, tampoco.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Nuestro Mundial

Merecemos el Mundial 2014, sin lugar a dudas. Son muchos los motivos por los que deberían decantarse por la opción española: nuestro baloncesto vive un momento dorado en todos los sentidos, nuestras categorías inferiores tienen una más que aceptable participación en todos los campeonatos a los que se presentan, la NBA habla más español que nunca, el equipo masculino es campeón del mundo y subcampeón europeo, la organización de este último europeo fue ejemplar..., tenemos unas buenas instalaciones, un inmejorable clima, una fantástica cocina allá donde vayan... ¿Quieren más razones?

Personalmente, me gustaría vivir otro acontecimiento de esta magnitud. Tuve ocasión de participar como voluntario olímpico en Badalona en los JJ OO de Barcelona’92 y, como periodista, en el Eurobasket de 1997. Son ambos unos recuerdos imborrables por todo lo que supusieron –lo único que falló fue lo deportivo, lamentablemente-. La posibilidad de ver al verdadero Dream Team en directo, los entrenamientos de selecciones como Lituania –medalla de bronce-, Puerto Rico... no tiene recompensa posible para un amante de este deporte.

Ahora tenemos la posibilidad de volver a regar aquella planta de la ilusión, del amor por un deporte, de un voluntariado amable y con la recompensa asegurada de la vivencia. Y, además, nos lo merecemos, claro que sí! Yo siempre he creído que un mundial tiene más valor que unos JJ OO, mucho más condicionados por unas normas siempre discutibles. El mundial, realmente, corona a los mejores. Y, por qué no puede ser España la sede de esta edición que se decide en la neutral Ginebra? Suerte para todos... los que vivimos la “eñe” y vibramos con un equipo que juega como un club, en lo positivo que tiene el juego del club, y que no deja de ser un grupo de amigos que demuestra pasárselo en grande. Por la organización, que no sufran, que lo haremos a la perfección... ¡que no les quede ninguna duda!

miércoles, 29 de abril de 2009

Saber escuchar

En una sociedad como la que nos ha tocado vivir, el don de saber escuchar es difícil de encontrar. Parece que una cosa que debería ser habitual es todo lo contrario. Somos capaces de pagar –de hecho, es así- a un profesional para que no haga otra cosa que escucharnos, que asienta con la cabeza para que nos sintamos reconfortados al comprobar que nuestros problemas son importantes para alguien... que cobra por ello; pero ya nos va bien.

Todo ser humano necesita que se le tenga en cuenta, que sus aportaciones no caigan en saco roto, que se le dé un golpecito en la espalda de vez en cuando para sentirse reconocido. No es fácil, ciertamente.

En el mundo del baloncesto, y del arbitraje concretamente, nos encontramos igual: cuántos árbitros hacen un buen trabajo que no se les es reconocido –y sólo reciben el palo cuando han actuado incorrectamente-. Es difícil llevar un grupo tan grande, un colectivo de individualidades –en que cada uno vela por sus intereses-, y tenerlos a todos contentos. La clave de la dirección de un grupo es hacer sentir precisamente a cada miembro importante dentro de la organización, que perciba que está teniendo un trato especial por parte del “jefe”, aunque no sea verdaderamente así.

En un partido, ¿cuántos entrenadores no quieren ser escuchados por sus árbitros? Cuántas veces nos hemos encontrado con preparadores que quieren que se les explique individualmente una decisión, que se pare el partido para ello, si es necesario... Muchos, ¿verdad? Pero no puede ser, obviamente. Por eso es importante que el árbitro tenga la suficiente mano izquierda para hacer creer a ese entrenador que sabe perfectamente lo que le está pidiendo, que lo tiene en cuenta y que no se debe de preocupar por ello. Ese mensaje lo ha de transmitir con una mirada, con un gesto, con una palabra, un monosílabo, si es preciso.

Siempre está el recurso de remitir a los entrenadores a un tiempo muerto, a un final de cuarto, al descanso, para ofrecerles nuestro preciado tiempo. Eso sí, con el entrenador contrario presente, claro. Pero, precisamente, esta opción no es la escogida por ellos: prefieren hacerlo con el reloj en marcha, y sin tener al rival delante.

Por eso nos debemos inclinar por la primera opción, la del monosílabo, la del gesto, la de la mirada cómplice, la del psicólogo que nos está escuchando y a la vez asintiendo con su cabeza para darnos la razón. Por eso es importante saber escuchar, hasta sin oír.

miércoles, 25 de febrero de 2009

¡Bendita Copa!

Da gusto, la verdad, sentarse ante el televisor y disfrutar con los partidos de la Copa del Rey. Como aficionado al baloncesto me enorgullece comprobar cómo una competición corta como esta saca tanta ventaja a la misma competición –por el nombre, nada más- del fútbol. Las aficiones viven unidas, los equipos comparten hotel y comedores, el espectáculo no sólo se vive en la pista... Y, sobre todo, una final para ganar adeptos.

La Copa del Rey de la ACB es el mejor embajador de este deporte a nivel mundial. Salvando las distancias con la NBA, la nuestra es una competición más “humana”, a los jugadores los hemos visto nacer y crecer entre nosotros. El mismo campeón, el TAU –a quien felicito, cómo no- tiene jugadores que han vivido descensos y han salido de las competiciones FEB; lo que también es mérito del baloncesto de base y de la propia FEB. Nuestro baloncesto está de moda y tenemos que aprovecharlo.

Desde estas líneas también felicito a la labor arbitral en esta Copa. Nadie –en general- habla mal del arbitraje, nadie culpa a los colegiados de su derrota y ese también es un mérito que no se debe obviar. Además, estaban los que debían de estar y no faltaba nadie; por lo menos, no se le echaba en falta. Y eso también es bueno.

La labor arbitral siempre es noticia cuando es negativa –y el análisis es siempre subjetivo, evidentemente-. Y cuando es positiva, cuando nadie habla de los árbitros por alguna cosa será... Además, este fin de semana hemos comprobado como no se debe arbitrar un partido (de fútbol); en baloncesto sería impensable hoy en día que un árbitro fuera tan protagonista de un derby entre Barcelona y Joventut o Madrid y Estudiantes, como lo fue el del Barcelona-Espanyol. En eso hemos avanzado también al fútbol, que es un deporte que vive de la polémica, de no querer evolucionar, de intentar mejorar para acertar. Cuando la gente me preguntaba si el arbitraje era una “profesión de riesgo” siempre he contestado que no. Seguidamente les explicaba que el baloncesto es un deporte que no tiene nada que ver con el deporte de masas que es el fútbol, y que para seguirlo hace falta entenderlo mínimamente, no como el fútbol. Como dije recientemente, en el Torneo del CB L’Hospitalet se puede seguir un partido sin escuchar abucheos desde la grada, porque son unos partidos a los que se va a disfrutar; en el fútbol sería impensable, ni que fuera sólo para eso, para disfrutar.

Felicidades, pues, al Baskonia por su nuevo título de Copa, y felicidades también a los de naranja por sus actuaciones. Ahora sólo le deseo al TAU que, de una vez por todas, gane la Euroliga, que no puede ser que se quede siempre a las puertas. En España ya ha demostrado que es el mejor; ¿por qué no puede ser el mejor de Europa el mejor de la ACB, cuando también es la mejor competición del continente?

jueves, 12 de febrero de 2009

La crisis y las designaciones

La crisis económica en la que estamos inmersos tiene también sus consecuencias deportivas. Me explico. Si las empresas están reduciendo puestos de trabajo y demás, en el deporte también es época de vacas flacas. Los patrocinadores dejan de aportar o reducen ostensiblemente su presencia económica en los clubes, los viajes que antes se hacían en avión pasan a realizarse en autobús, los que pasaban dos noches fuera reducen su estancia a una... ¡Qué le vamos a hacer! Nos ha tocado un periodo malo. Esperemos que la cosa acabe antes de lo que prevén los expertos –quienes, por otro lado, se equivocan a menudo, lo cual es esperanzador-.

Los árbitros también “catan” la crisis. Los viajes se intentan hacer más locales, siempre que la competición lo permita; los gastos se intentan reducir, pero lo más importante es... ¡que no se deje de arbitrar! Por eso mismo es muy importante estar bien, tanto a nivel físico como a nivel técnico. En tiempos de crisis es fundamental afinar el silbato. Una temporadita en la nevera puede suponer la pérdida de un tren –o de varios-, además de una disminución de la entrada de dinero mensual, por qué no decirlo.

Los árbitros se deben mover por la ilusión y las ganas de hacerlo bien, de progresar, de conseguir éxitos deportivos, pero –y es lógico reconocerlo- la motivación económica es también un condicionante –para algunos, demasiado grande; tampoco hay que amagarlo-. Cuando no se tienen ingresos regulares por nómina o se vive de trabajos “por obra”, la dependencia del arbitraje es demasiado agudizada. En los años que me he dedicado a este deporte en activo he visto casos de todo tipo. Recuerdo que había compañeros que estaban demasiado pendientes de cuando salían las designaciones... para saber cuánto iban a ganar ese fin de semana. Mal síntoma, ¿verdad?

Si se tenía un resbalón o un informe no era favorable se sufría en demasía, pues eso podía suponer un descenso en el número de partidos a partir de la próxima publicación de las designaciones arbitrales. No es bueno vivir con angustia, pero menos con angustia arbitral. Se llega a hacer malas actuaciones, si se vive con la espada de Damocles acuciándole a uno. Había árbitros –en otras épocas de no crisis, claro- que preferían no trabajar durante la semana para no condicionarse los viernes y el fin de semana y poder ir a arbitrar. Tenían un objetivo claro: subir a la ACB. ¿Y si no subían? Aquí llegaba la desilusión, el desencanto, el fracaso.

Evidentemente, la vida arbitral es dura: cada semana se pueden arbitrar dos o tres partidos en diferentes localidades de la geografía española, lo que supone perder días laborables –¿de vacaciones?- o, directamente, ir firmando la sentencia de muerte en una empresa. Todos los árbitros lo saben y llegar a determinadas categorías supone precisamente condicionar bastante la vida laboral a la arbitral. Pero, de condicionar un poco la vida laboral a hacerlo totalmente... No sé, yo creo que no es una buena decisión. A algunos compañeros que preferían arbitrar a trabajar les comentaba el hecho y lo tenían claro... si no fracasaban. Algunos han llegado, pero otros no.
Pero volviendo al tema del inicio: las designaciones son muy importantes en tiempo de crisis, sí; pero lo más importante es salir a las pistas con alegría, con las pilas cargadas, con ganas de hacerlo cada vez mejor y sin la losa que supone la dependencia económica del arbitraje, claro.

martes, 3 de febrero de 2009

La soledad del árbitro

Hace unos días realicé un viaje en coche, solo, como cuando salía a arbitrar los fines de semana. Era un recorrido lo suficientemente largo –de Barcelona a Andorra y regreso el mismo día- como para reflexionar, escuchar la radio, poner un CD, pasar agenda mental de las tareas pendientes de la semana... además de ir con cuidado con la carretera, a veces mal asfaltada, con los tramos con niebla o lluvia, con los camiones, con los conductores rápidos, con los lentos... Total, un viaje como los que realizan a menudo los árbitros por España. Al cabo de dos días llegaba el fin de semana, que volvió a ser duro: nieve, incomunicación, lluvias, viento... Qué pereza me daría tener que hacer un desplazamiento con esas condiciones climatológicas, me decía. Y eso me llevó a reflexionar de nuevo.

¿Cuántos kilómetros llegan a hacer los árbitros solos por todo el territorio estatal? Muchas veces lo comentaba con otros compañeros, y siempre llegábamos a la misma conclusión: la suerte estaba de nuestro lado, habitualmente, porque la cantidad de desplazamientos que se hacen cada fin de semana –aviones, trenes, coches de alquiler...- para llegar sin falta a la localidad, sin que pase ninguna desgracia... ¡y con el tiempo suficiente como para que nadie sufra!

Los viajes arbitrales sirven también para poner en orden las cosas: tareas retrasadas en el trabajo cotidiano, visionar partidos, pasear, descansar... Pero lo malo son los desplazamientos, claro. Retrasos en vuelos, esperas a compañeros en aeropuertos para coger juntos un coche o un taxi son, a menudo, temas recurrentes de conversación. Es que “el árbitro siempre juega fuera de casa” –y, además, normalmente más de un partido cada semana-, decía yo a los entrenadores, jugadores o directivos que te preguntaban por el viaje realizado.

La verdad es que el árbitro se encuentra solo en muchos momentos de su vida en activo. No sólo los desplazamientos llenan de soledad al individuo, sino también los malos momentos, que dejan aislada a una persona que lo está haciendo bien, pero que por desgracia comete un error, un descuido, que le apea del tren –cuando llevaba una velocidad de crucero-. Después, nadie se acuerda de él. Esa también es una soledad, pero por desgracia menos transitoria que la física. No obstante, de ahí la grandeza de esta actividad, esos malos momentos, esos desplazamientos en soledad son los que te hacen crecer como árbitro, pero también como persona, que es lo más importante.

jueves, 22 de enero de 2009

Humildad

Una de las cosas que siempre he valorado positivamente en un árbitro ha sido la humildad. La humildad verdadera, claro. Hay árbitros que hacen bandera de esa supuesta cualidad, cuando son todo lo contrario. Me refiero a la humildad precisamente el día en que el flamante nuevo presidente de los EE.UU. ha jurado su cargo y ha hecho referencia justamente a ella. Le ha pedido a Dios humildad en el desarrollo del mandato. Significativo, ¿verdad? Cuando la sociedad se está volviendo más descreída, con la polémica de los autobuses ateos y demás, resulta que el hombre más poderoso del mundo se inclina ante Dios y le pide ayuda –que no le va a faltar- y, además, humildad.

La humildad es una cualidad de la persona; un don, diría yo. En el deporte, como en cualquier otro ámbito de la vida, el humilde es el que mejora, el que evoluciona por el buen camino. Sí que es verdad que el éxito corrompe, atrae a las malas compañías; hay que ser muy fuerte para continuar como si no pasara nada cuando se ha conseguido un premio. Pero es cuando se conquista un campeonato, cuando se está en lo más alto, cuando se demuestra si ese supuesto gigante tiene buenos cimientos o, lamentablemente, sus pies son de barro. Asimilar el éxito es uno de los ejercicios más difíciles que hay. No dejan de sorprendernos nombres de deportistas que han tocado el cielo y que, poco después, han caído en desgracia. Cuántos hay que “viven” de las asociaciones de veteranos. ¡Tanto dinero ganado para verse después con más problemas de la cuenta! Seamos positivos, por lo menos.

Ese deportista –protagonizado en mi caso en la figura del árbitro, como me corresponde- debe de tener la capacidad de sacrificio para crecer pese a las injusticias, las adversidades que no paran de azotarle, las regañinas de públicos e informadores... También debe asimilar que un día está arriba del todo y al día siguiente es transparente como el agua.

El árbitro tiene la sartén por el mango, cuando sale a una pista –con su gomina, que no falte-, todo el mundo le pone la alfombra roja y le desea lo mejor... siempre que ese “mejor” sea un buen trato en todos los sentidos. Ese árbitro que se cree el salvador de la especie se acabará dando un trompazo en el momento que ya no sea la persona imprescindible que se pensaba que era. Lo malo es que, a veces, ese árbitro humilde no sirve, porque no tiene el mal entendido carácter duro.

Yo creo que no es una cosa incompatible: se puede ser un buen árbitro –en todos los sentidos-, a la vez que humilde y recto. El inconveniente es que, por desgracia, la autoridad se convierte en autoritarismo y, por consiguiente, la humildad brilla por su ausencia. Yo voto y votaré siempre por el árbitro humilde, buena persona. Entre un árbitro bueno y autoritario y otro igualmente bueno y humilde me quedo con este segundo.

martes, 13 de enero de 2009

El torneo del Hospi

Este año se ha celebrado la 30ª edición del Torneo de Bàsquet Júnior Ciutat de L’Hospitalet, que organiza –excelentemente, por cierto- el CB L’Hospitalet. Es una cita ineludible para el buen amante del baloncesto, y en concreto del baloncesto de base. De él han salido jugadores que posteriormente se han consagrado en la elite de este deporte, tanto a nivel estatal como europeo. Es, sin duda, un campeonato de Europa oficioso, como decía recientemente Joan Creus –actual director técnico del FC Barcelona-. Además, el alojamiento de esas futuras estrellas es también digno de elogio, por parte de la organización: si no ha cambiado, las familias de los equipos de la zona ofrecen su casa a los chicos de procedencias diversas. Es, también, una manera de humanizar a esas futuras estrellas –algunos de ellos acostumbrados desde muy pequeños a las habitaciones de hotel-.

Este torneo es una oportunidad para los que nos agradan las relaciones sociales. Entrenadores, árbitros, directivos, periodistas, jugadores en activo y en la reserva..., todos observando partidos o conversando sobre este deporte. Es un watching people, sin lugar a dudas. Como árbitro, la posibilidad de dirigir un partido es todo un premio. La liturgia que se sigue en este tipo de partidos es de alto nivel. Uno se siente observado por muchas personas que saben de este juego, por eso no hay grandes protestas en la grada, sino únicamente exclamaciones o aplausos. Es un escaparate para entrenadores, jugadores y también para árbitros con proyección –se decía que los que arbitraban la final estaban en la lista de ascensos, aunque después eso no se concretara habitualmente-. Recuerdo un Granollers-Estudiantes, que arbitré con una pareja de lujo: Jaume Andreu. No sólo el partido, que fue genial, sino la posterior cena, que me hizo sentir por primera vez que esto me gustaba de verdad.

El torneo del Hospi te sumergía en un mar de buenas relaciones y en un crecimiento como árbitro y como persona, por qué no decirlo. El vetusto pabellón de San Pío X se llenaba de gente entendida, que aguantaba largas jornadas en la última fila de la grada pese al frío que se pasaba, pero todo era soportable por las tres grandes tardes de baloncesto que se vivían. Ahora, en el pabellón del Hospitalet Nord ya es otra cosa, pero la esencia no se ha perdido. ¡Y que dure!