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martes, 13 de enero de 2009

El torneo del Hospi

Este año se ha celebrado la 30ª edición del Torneo de Bàsquet Júnior Ciutat de L’Hospitalet, que organiza –excelentemente, por cierto- el CB L’Hospitalet. Es una cita ineludible para el buen amante del baloncesto, y en concreto del baloncesto de base. De él han salido jugadores que posteriormente se han consagrado en la elite de este deporte, tanto a nivel estatal como europeo. Es, sin duda, un campeonato de Europa oficioso, como decía recientemente Joan Creus –actual director técnico del FC Barcelona-. Además, el alojamiento de esas futuras estrellas es también digno de elogio, por parte de la organización: si no ha cambiado, las familias de los equipos de la zona ofrecen su casa a los chicos de procedencias diversas. Es, también, una manera de humanizar a esas futuras estrellas –algunos de ellos acostumbrados desde muy pequeños a las habitaciones de hotel-.

Este torneo es una oportunidad para los que nos agradan las relaciones sociales. Entrenadores, árbitros, directivos, periodistas, jugadores en activo y en la reserva..., todos observando partidos o conversando sobre este deporte. Es un watching people, sin lugar a dudas. Como árbitro, la posibilidad de dirigir un partido es todo un premio. La liturgia que se sigue en este tipo de partidos es de alto nivel. Uno se siente observado por muchas personas que saben de este juego, por eso no hay grandes protestas en la grada, sino únicamente exclamaciones o aplausos. Es un escaparate para entrenadores, jugadores y también para árbitros con proyección –se decía que los que arbitraban la final estaban en la lista de ascensos, aunque después eso no se concretara habitualmente-. Recuerdo un Granollers-Estudiantes, que arbitré con una pareja de lujo: Jaume Andreu. No sólo el partido, que fue genial, sino la posterior cena, que me hizo sentir por primera vez que esto me gustaba de verdad.

El torneo del Hospi te sumergía en un mar de buenas relaciones y en un crecimiento como árbitro y como persona, por qué no decirlo. El vetusto pabellón de San Pío X se llenaba de gente entendida, que aguantaba largas jornadas en la última fila de la grada pese al frío que se pasaba, pero todo era soportable por las tres grandes tardes de baloncesto que se vivían. Ahora, en el pabellón del Hospitalet Nord ya es otra cosa, pero la esencia no se ha perdido. ¡Y que dure!

1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que los equipos visitantes se alojan en un hotel de castelldefels, profesionalizando un poco más si cabe este increible torneo