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martes, 22 de septiembre de 2009

Los damnificados

Impresionante, de otra galaxia, ¡qué orgullo de Selección! Cualquier adjetivo queda corto para calificar el juego de este grupo que nos ha hecho gozar... cuando realmente hacía falta. No ha habido rival, las expectativas creadas se han cumplido... ¡y de qué manera! Lo que parece tan normal en ellos es dificilísimo de conseguir. Por eso tiene más mérito lo que ha pasado en Polonia. Ahora, continuidad. Llegar es difícil, pero lo es más mantenerse. Tienen el mismo reto del Barça de Guardiola. Ha conseguido lo máximo, pero este año tendrá que mantener el nivel –de momento, lo está consiguiendo; pues los aficionados no ganan para baberos-. El líder Gasol parecía que no arrancaba en el campeonato de España que le arbitré en Tenerife, hacia el año 1997. Fue un torneo en el que destacó su compañero del Barça Juan Carlos Navarro. Pero cuando hizo el estirón definitivo no paró. Qué grande que es, este chaval. Con lo difícil que parecía ganar, ¿verdad? Con lo que costaba superar el cruce de cuartos de final... (casi siempre se caía en él). Hoy, todo son elogios para un equipo que es la envidia de Europa.

Así, pues, felicito desde aquí a todo el staff técnico, directivos y demás personas, que junto a los jugadores –claro-, lo han hecho posible!! Pero, aparte de los éxitos y la resaca del Oro de Polonia, hoy quiero tener un recuerdo para mis colegas, los de gris y negro. Como los propios jugadores, los árbitros designados para ir a representar a su país a un campeonato también quieren su oro particular. Ese oro es arbitrar una semifinal o, lógicamente, la final. Cuando el equipo del país de los árbitros va adelante, hace un buen campeonato, los árbitros lo notan. Por muy bien que lo hagan no pueden acceder a dirigir lo mejor, pues está la incompatibilidad de ser del mismo país. O sea que tanto Hierrezuelo como Arteaga, que fueron los designados, por muy buen torneo que hayan hecho, se quedaban sin medalla. Los árbitros, pues, han sido los damnificados del triunfo de la Selección española. Y eso pasa siempre, con cualquier país. Pero, a menudo –gracias a Dios y al buen hacer de nuestros deportistas-, con los árbitros españoles que acompañan a nuestras selecciones por el mundo: se quedan a las puertas de redondear un torneo por tener a su país en la lucha final. Hoy en día sería difícil ver a un Vicente Sanchís o a un Víctor Mas en una final olímpica, de mundial o europea, como podían arbitrar en su época. Hoy, los Gasol boys se lo impedirían.

Gracias a esas finales, el propio Vicente Sanchís recibió el mes de junio pasado la Medalla al Mérito Deportivo, que le concedió D. Juan Carlos I, Rey de España; y el día 18 de este mes el reconocimiento de su ciudad natal, L’Hospitalet de Llobregat, durante la tradicional Nit de l’Esport de dicha localidad barcelonesa. Felicidades, Vicenç, dicho sea de paso.

Bien, ahora que ya ha acabado el Europeo de Polonia volvemos a la normalidad, que no deja de ser la pretemporada de una campaña que se prevé apasionante, desde los de arriba a los de abajo. Para los árbitros, un dulce momento para ponerse a punto y perder esos quilos adquiridos durante un largo verano. No obstante, hacer la pretemporada entre los partidos de la Selección es todo un gusto y una motivación extra. Suerte para todos, que esto está a punto de comenzar.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Favoritismos

Ciertamente, el papel de favoritos no nos sienta bien. Eso de ganar sin bajar del autobús no va. Tenemos ejemplos claros en la selección de fútbol, que siempre que inicia una fase final de campeonato de Europa o Mundial se la tiene entre las más que probables campeonas y suma una decepción tras otra –con la feliz excepción del último Europeo, en el que sí que se cumplieron las expectativas, precisamente porque no se contaba con ella-.

En este Eurobásket de Polonia está sucediendo algo bastante parecido. Unos partidos de preparación impresionantes, unas últimas participaciones estelares en Mundial, Europeo y Juegos nos hacían presagiar todo lo mejor. Pero resulta que lo que se esperaba como coser y cantar no está siendo así. Ahora ya se ha tocado con los pies en el suelo, se ha vuelto a demostrar que el equipo está ahí, que no está muerto, tras el partido ante Lituania –por cierto, qué decepción, los lituanos-. Problemas al margen, todos tienen que ir a una y luchar por un campeonato que todavía está a su alcance. Por encima de todo, los jugadores deben de ser profesionales y, a la vez, un poco egoístas. Me explico. La vida deportiva de un jugador es relativamente corta. Posibilidades reales de ganar campeonatos de importancia tampoco son tan habituales. En el momento actual, por jugadores, por equipo, las hay... ¡y quién sabe si en la próxima cita estará todo igual! El palmarés de cada jugador es muy importante, demasiado, como para despreciar una opción de medalla como la que se tiene delante. Ya sé que en la cabeza de todos los jugadores de esta Selección no está otra cosa que la de darlo todo por conseguir lo mejor. Sí, pero creo que el fantasma de la autocomplacencia, de la relajación –sobre todo teniendo en cuenta los resultados en los partidos de preparación- planeaba por encima de todos, incluidos periodistas y aficionados.

Ahora ya no hay marcha atrás. Sólo queda ganar. Empezando por Polonia, que no tiene que ser el verdugo de esta Selección, pasando por Francia, en cuartos, y los que vengan. A este equipo sólo le queda crecer. ¡Que así sea!

martes, 15 de septiembre de 2009

¡Qué nervios!

¡Qué nervios, madre mía, qué nervios que pasamos en el España-Gran Bretaña! Un rival que venía como anillo al dedo para conseguir una victoria balsámica después del fracaso inaugural con Serbia se convirtió en un hueso que necesitó vaselina para superarlo. Las dudas y el mal juego generado en el primer partido no se disiparon en este segundo, por lo que la incertidumbre plana sobre el rendimiento del combinado estatal. El papel de favorito que se le ha querido dar a la selección de Scariolo se está comprobando que no está siendo bueno. Una presión añadida a la ya difícil competición está haciendo daño en el rendimiento de un buen conjunto.

El partido de Gran Bretaña pintaba bien, al inicio. Un 12-0 presagiaba un enfrentamiento que se podría haber considerado normal, ante un rival de la categoría de los británicos –hasta en otras épocas se hubiera ganado holgadamente a los ingleses-. Pero cuando las cosas no van, cuando el aro parece de plomo y los balones como si estuvieran más inflados de lo habitual –como pasó en el partido de Serbia-, el planteamiento cambia. Los nervios de los españoles se reflejaban en sus caras y, además, los ingleses resultó que les entraba todo –hasta las zapatillas, si las hubieran tirado contra el aro, para ellos, de goma-. Y no sólo los nervios fueron para los jugadores y entrenadores, sino para todos los que lo veíamos por TV. Por cierto, felicito a La Sexta por la información que va dando en pantalla con datos a tener en cuenta respecto al rival, porcentajes, historial... Son aquellos datos que ayudan a leer mejor el partido y que aportan quizás más que la propia estadística del momento.

Los nervios dichosos de la Selección se llevaron a la pista y las faltas técnicas fueron un punto negativo. Lástima de la reacción de Rudy Fernández cuando no sancionaron a su defensor, que le hizo una clara falta personal. No puede ser que se vaya al árbitro, persiguiéndole. Eso sí que no. Un jugador puede estar en desacuerdo con la labor de un árbitro, o de los tres árbitros, se puede protestar, pero... La técnica a Felipe Reyes fue otra cosa...El control de partido, por parte de los árbitros, no fue bueno. Si bien el arbitraje no influyó, parecía que sí cuando no se era capaz de encestar, cuando se fallaban ataques sin cesar y cuando la defensa era todo menos defensa...

Pero, objetivamente, lo gordo no se dejó, no estuvieron mal en violaciones que en otros campeonatos se hubieran obviado, pero sí que fallaron en el control. Me explico. No puede ser que al entrenador británico se le advierta claramente –con gestos incluso- de que se le iba a sancionar con una falta técnica –y lo hicieron hasta tres veces, por lo menos visto por TV- y finalmente no llegara. Y este señor hizo lo que quiso, porque sabía que le amenazaban, pero que no actuaban. No fue tonto y continuó. El gesto del final del partido, con el triple que no se dio al ser claramente fuera de tiempo, y que pese a eso se comía a uno de los árbitros, fue muy feo, y después no fue capaz ni de darles la mano. Ya sé que dar la mano no significa nada, pero es también un gesto de deportividad y es también un momento para pedir disculpas por su comportamiento.

Por lo demás, cuando no se encesta desde fuera, lo fundamental es hacer una buena defensa. La defensa siempre es un buen pilar para asegurar el ataque. Yo soy de los que creen que si defiendes bien tienes más opciones de ganar. Si te entran de tres sin parar, la defensa no es tan determinante, pero cuando el aro parece de plomo, lo mejor es defender. En el partido de Gran Bretaña y en el de Serbia la defensa fue un desastre. Esperemos que la cosa mejore, que se quiten definitivamente la etiqueta de favoritos, pues después de este segundo partido nos podrían haber enviado para casa, quedándosenos una cara de tonto de película de Torrente.

Las buenas maneras demostradas en los partidos de preparación han de recuperarse, pues lo anormal es lo que está pasando. También Gasol ha de coger el tono después de la lesión –falla tiros libres alarmantemente-. Ahora bien, la actitud ha de cambiar, sobre todo en defensa.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Triunfo de Europa

¡Por fín acabó el serial Ricky Rubio! El caso, que se inició el mes de abril, ha dado el carpetazo definitivo para bien del jugador, de la Selección –que tanto necesita tener al base de El Masnou fresco mentalmente para ganar el ansiado oro de Polonia- y de Europa. Creo que el gran triunfador de la decisión final de Ricky ha sido el baloncesto europeo. La NBA está acostumbrada a entrar en Europa a sus anchas, con el convencimiento de que todos se rinden a sus pies... pese a que las compensaciones económicas a los clubes y a los propios jugadores no son especialmente atractivas. Es muy bonito; luce, sí, tener a jugadores en la mejor liga del mundo. Pero ¿a qué precio se van? ¿A qué equipo? ¿Con qué garantías de evolucionar? El gran Pau Gasol inició su aventura americana en los Grizzlies de Memphis, un equipo sin futuro que le tenía estancado. Sí que se hizo mejor jugador, pero sin la posibilidad de jugar un mísero playoff. De no haberle llegado el pase a los Lakers, que trabajo costó, se habría amargado.

A los jugadores parece que les llegue el Mesías, cuando ven cerca el salto a la NBA. Pero cada vez le están viendo más las orejas al lobo. Ricky Rubio se las ha visto. Ha actuado de una manera poco convencional –por no decir otra cosa-, se ha encontrado con unos intereses de club y de eterna rivalidad que no se lo han puesto fácil, pero al final ha escogido la opción que más le apetecía, que era la de quedarse en su casa, ganando mucho más de lo que ganaba hasta ahora, en un equipo con opciones a todo y, por qué no decirlo, dejando en la caja del Joventut una cantidad nada despreciable –y que también le deberían de agradecer-. El directivo de los Minnesota Timberwolves se fue con una evidente desilusión, ya que pese a su esfuerzo y poder de imagen no consiguió el objetivo... por suerte para Europa. Continuaremos viendo en nuestro país a un jugador como él –por lo menos, los dos próximos años-, con la posibilidad de ganar una Euroliga, y con un enfrentamiento en España que se prevé muy atractivo: el monólogo Barça-Madrid del fútbol, pasado al baloncesto.

Ahora, pues, ya puede empezar el Eurobasket. Con Ricky contento y Gasol recuperado tenemos más opciones. La euforia está por las nubes, y es lo único que me preocupa. Pero parece imposible que no se lleguen a colgar el oro con la preparación que están demostrando. También parecía imposible en el de Madrid y pasó lo que pasó. A esta hornada de jugadores les falta el Eurobasket para redondear el Mundial del oro, y creo que se lo merecen. Ya tengo ganas que un colega mío lance el balón hacia arriba y se produzca el primer salto de un campeonato que se avecina apasionante... para España.