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jueves, 12 de febrero de 2009

La crisis y las designaciones

La crisis económica en la que estamos inmersos tiene también sus consecuencias deportivas. Me explico. Si las empresas están reduciendo puestos de trabajo y demás, en el deporte también es época de vacas flacas. Los patrocinadores dejan de aportar o reducen ostensiblemente su presencia económica en los clubes, los viajes que antes se hacían en avión pasan a realizarse en autobús, los que pasaban dos noches fuera reducen su estancia a una... ¡Qué le vamos a hacer! Nos ha tocado un periodo malo. Esperemos que la cosa acabe antes de lo que prevén los expertos –quienes, por otro lado, se equivocan a menudo, lo cual es esperanzador-.

Los árbitros también “catan” la crisis. Los viajes se intentan hacer más locales, siempre que la competición lo permita; los gastos se intentan reducir, pero lo más importante es... ¡que no se deje de arbitrar! Por eso mismo es muy importante estar bien, tanto a nivel físico como a nivel técnico. En tiempos de crisis es fundamental afinar el silbato. Una temporadita en la nevera puede suponer la pérdida de un tren –o de varios-, además de una disminución de la entrada de dinero mensual, por qué no decirlo.

Los árbitros se deben mover por la ilusión y las ganas de hacerlo bien, de progresar, de conseguir éxitos deportivos, pero –y es lógico reconocerlo- la motivación económica es también un condicionante –para algunos, demasiado grande; tampoco hay que amagarlo-. Cuando no se tienen ingresos regulares por nómina o se vive de trabajos “por obra”, la dependencia del arbitraje es demasiado agudizada. En los años que me he dedicado a este deporte en activo he visto casos de todo tipo. Recuerdo que había compañeros que estaban demasiado pendientes de cuando salían las designaciones... para saber cuánto iban a ganar ese fin de semana. Mal síntoma, ¿verdad?

Si se tenía un resbalón o un informe no era favorable se sufría en demasía, pues eso podía suponer un descenso en el número de partidos a partir de la próxima publicación de las designaciones arbitrales. No es bueno vivir con angustia, pero menos con angustia arbitral. Se llega a hacer malas actuaciones, si se vive con la espada de Damocles acuciándole a uno. Había árbitros –en otras épocas de no crisis, claro- que preferían no trabajar durante la semana para no condicionarse los viernes y el fin de semana y poder ir a arbitrar. Tenían un objetivo claro: subir a la ACB. ¿Y si no subían? Aquí llegaba la desilusión, el desencanto, el fracaso.

Evidentemente, la vida arbitral es dura: cada semana se pueden arbitrar dos o tres partidos en diferentes localidades de la geografía española, lo que supone perder días laborables –¿de vacaciones?- o, directamente, ir firmando la sentencia de muerte en una empresa. Todos los árbitros lo saben y llegar a determinadas categorías supone precisamente condicionar bastante la vida laboral a la arbitral. Pero, de condicionar un poco la vida laboral a hacerlo totalmente... No sé, yo creo que no es una buena decisión. A algunos compañeros que preferían arbitrar a trabajar les comentaba el hecho y lo tenían claro... si no fracasaban. Algunos han llegado, pero otros no.
Pero volviendo al tema del inicio: las designaciones son muy importantes en tiempo de crisis, sí; pero lo más importante es salir a las pistas con alegría, con las pilas cargadas, con ganas de hacerlo cada vez mejor y sin la losa que supone la dependencia económica del arbitraje, claro.

1 comentario:

bardaji-no-arbitro dijo...

señor Bardaji,...sus comentarios... sin comentarios. ¿usted hacia eso?