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martes, 23 de junio de 2009

Maneras

Últimamente estamos presenciando finales de partido que me parecen poco correctos. Se ha puesto de moda acabar los encuentros antes que suene la bocina, no jugar los segundos finales -en algunos casos, ni casi el último minuto-. Los entrenadores se despiden cordialmente –algunos, hasta con abrazos-, los jugadores invaden la pista, se desean lo mejor –o no-, y hasta intentan dar la mano a los árbitros. Todo ello, con el reloj en marcha. No lo encuentro bien, la verdad. ¿Qué pasa, que ya no sabemos jugar con el partido decidido, por mucha final que sea? Siempre se han decidido partidos importantes, finales con copa, con resultados cómodos, y no pasaba nada. Se procuraba jugar los últimos segundos “sin hacer daño”, pero nunca dando por acabado un partido a los 39’.

El último caso lo vivimos en el Palau Blaugrana en el cuarto partido de la final de la ACB, entre el Barça y el TAU Baskonia. Los entrenadores dentro de la pista, los jugadores abrazados, el capitán del Barcelona con el balón del partido debajo de la camiseta... Y los árbitros, juntos, cerca del túnel de vestuarios, esperando, ellos sí, que se consumieran los segundos finales. Evidentemente que no se puede hacer nada ante una situación así, por parte de los árbitros, pero creo que sería interesante que se reflexionara sobre ello y que no se haga tan habitual como normal.

Y otra cosa que tampoco me gustó nada fue la actitud, en el mismo partido, del entrenador visitante, Dusko Ivanovic. Ya se sabe que perder a nadie le gusta, pero en un momento en que se reparten premios, por educación, se debería aguantar unos minutos de cortesía. Cuando por megafonía se anunciaba el nombre del TAU como subcampeón de la ACB, el público del Palau aplaudió unánimemente cuando el capitán del equipo, Sergi Vidal, recogió el trofeo. Y justo a continuación, cuando se anunciaba al Barcelona como campeón, el entrenador del equipo vitoriano decidió que su equipo abandonara la pista y enfilara camino del vestuario. En ese momento, el público del Palau le despidió con una sonora pitada. Aun siendo un momento desagradable ver a tu rival levantar la copa que te hubiera gustado alzar a ti, como deportista debes demostrar que sabes reconocer méritos y aplaudir al que ha sido mejor que tú. No sé si es pedir mucho.

A veces, debemos actuar más por el ejemplo que se tiene que dar que no por lo que nos pide el corazón… o hasta la cabeza. Acabar mal los partidos, finalizándolos segundos antes, puede hacer que los jugadores de categorías de formación lo imiten y sea una práctica habitual; como decía antes. Y tampoco se da un buen ejemplo a los jóvenes marcharse antes que el rival recoja el trofeo que te ha ganado. Es hacerle un feo, una desconsideración que el deporte no debería de permitir.

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