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miércoles, 14 de abril de 2010

Defectillos

Seguí con atención arbitral la serie de la Euroliga entre el Barça y el Madrid. Los dos primeros partidos, en directo desde el Palau Blau-grana, con lo que la crítica es más real, pues el realizador de las imágenes que veía era yo mismo. Creo que el arbitraje no condicionó el resultado final de esta serie de cuartos de final, pero sí que hubo cosas que no me acabaron de gustar. La primera, y más importante, la falta de control de partido. En unos choques en que se juegan tanto ambos equipos, que un jugador y/o entrenador se sobrepase es muy fácil de parar: una falta técnica y se acabó la historia. Pues bien, la señal de la falta técnica sí que se hizo en muchas ocasiones, pero no se acompañó con el correspondiente pitido. Se amenazó públicamente –que lo viera todo el mundo, sobre todo-, para que se diera cuenta el jugador en cuestión que a la próxima protesta se le sancionaría con una falta técnica. Pues bien, se produjo la segunda y la tercera protesta y no se sancionó con la misma. Consecuencia: pérdida de credibilidad y de control del partido. Ese es uno de los grandes defectos de un árbitro: amenazar y no cumplir la amenaza a la siguiente ocasión que se produce la misma situación.


No es tan difícil pitar una técnica. Está claro que una técnica puede arreglar un partido… o también estropearlo, pero en un partido de alto voltaje el recurso de la técnica es más beneficioso que perjudicial. Lamentablemente, no sólo se produjo en el primer partido, esa situación, sino que fue una práctica habitual.


Tampoco considero bueno para el espectador y para los jugadores jóvenes que un jugador abrace a un árbitro o que éste último dé golpecitos de complicidad a un jugador. Aquí no estamos para torear, sino para arbitrar… y bien. Son cosas que, si bien cuando estaba en activo lo podía llegar a comprender, una vez pasado a la reserva doy la razón a aquellos que me recriminaban alguna semejanza a lo que estoy relatando.


Otro defectillo que también detecté en la serie fueron los pasos no señalados, determinadas faltas duras que pasaron como normales y la poca colaboración arbitral existente –entiendo que el idioma es una barrera para muchos de los que arbitran partidos europeos, pero para eso está el prepartido, para prepararlos bien-. Tampoco encuentro acertado designar a un árbitro español para una eliminatoria entre españoles. Tiene mucho más que perder que no ganar, estar ahí en medio. Es el canal de acceso al trío y siempre se pide que ese árbitro “amigo” ponga un poco de orden al posible “desaguisado”. Las guerras europeas entre españoles que las piten los que pitan los partidos europeos a los equipos españoles. Siempre será mejor para todos.

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