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martes, 16 de marzo de 2010

Cuestión de estilo

Estamos viviendo unas semanas en las que dos modelos muy diferentes de gestionar un club comienzan a dar sus frutos. Desde pequeño, siempre he pensado que la situación óptima para mi equipo sería que la base estuviera formada por jugadores de la cantera y que las estrellas lo redondearan –dos o tres, a lo sumo-. Pero resulta que llegó la Sentencia Bosman y los equipos se comenzaron a llenar de extranjeros, la mayoría de ellos de menor calidad que los jugadores de casa, pero que convenían más –a los intermediarios y a los clubs, claro-. Ahora, como pasa normalmente, dicho número se ha comenzado a equilibrar, si no se ha superado ya por los antiguos de la casa, pues económicamente la situación no se aguantaba.

Y llegó la crisis, en la que todos los clubs, excepto los de siempre, se apretaron el cinturón. Y continúan con él apretado, menos unos cuantos de los de siempre. Y ahora resulta que las políticas de cantera se están volviendo a implantar. La pregunta era de fácil respuesta: ¿para qué hacer venir gente de fuera si los de casa cobran menos y están más implicados, y su rendimiento hasta supera al de los foráneos? Por lo que ahora se apuesta más que antes por la cantera. Pero claro, la cantera no da sus frutos en dos días. Hay clubs que han llegado a despreciarla tanto que rehacerla cuesta tanto como un campo nuevo. Y ahí voy: me hace ilusión ver cómo los clubs que apuestan por la gente de la cantera triunfan. Me entristece ver cómo los entrenadores (extranjeros la mayoría, claro) se dirigen a su equipo en una lengua externa al Estado español. Cuando los micrófonos de las TV pretenden captar las palabras de los entrenadores nos damos cuenta que nuestras ligas parecen ligas extranjeras. ¡Cómo van a sentir igual los colores de un club jugadores que no conocen nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestra manera de ser!

En la última edición de la Copa del Rey de la ACB tuvimos la ocasión de ver la flor y la nata del baloncesto español (y europeo). Dos de los mejores equipos de la liga tienen entrenadores que dirigen en inglés, la lengua vehicular del equipo. Pero resulta que el campeón, no. Me alegro. Espero que cada vez haya más equipos en los que el desequilibrio por su calidad venga de casa, y no de fuera. Sólo es cuestión de cuidar a la cantera, mimarla, trabajarla… y darle oportunidades. En el fútbol también vemos un caso similar (8 de 11 de la cantera salen cada domingo de titulares y ganan Copas de Europa). El hecho de tener entrenadores de casa comienza a suponer un valor añadido en nuestro deporte. Aunque no hay que generalizar: los de fuera cobran bien, los de casa trabajan y se implican mejor. De lo contrario: ¡eurofracaso al canto!

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